Sobre una pequeña loma que apuntaba hacia los campos de cereales y el rebaño de ovejas, con el dedo índice señalando, le dijo:
–hijo, esta tierra que ves, será para ti, trabájala y sácale provecho.
Muchos años después la escena se repitió y el ahora padre, señalando el campo vallado con unos grandes aspersores de regar y las ovejas estabuladas, dijo:
–hija, estos negocios serán para ti, explótalos y te rendirán.
Y muchos años después, paseando junto a los montones de estiércol y humus, cerca de los semilleros, la ahora madre dijo:
-hijo, esta tierra dará de comer a quien no sabemos, cuídala.

Erika Woollett