Dedicado a la Real Academia Española
La historia que escuché, y no recuerdo dónde, me parece muy esclarecedora. El profesor había puesto un examen de gramática a su alumnado y les dijo, — los alumnos que vayáis acabando podéis entregar la prueba y salir al recreo. Observando que Lucía no se levantaba, aunque claramente ya lo había terminado, le preguntó por qué no lo entregaba y salía a jugar. — Es que usted dijo “los alumnos” —contestó Lucía. — Claro, y ya sabes, — le replicó el profesor — que en la categoría de alumnos se incluyen tanto los chicos como las chicas.
En la clase siguiente, después del recreo, el profesor de gimnasia preguntó — levantad la mano los chicos que queráis formar parte del equipo de fútbol. Y Lucía, que le apetecía mucho practicar ese deporte, levantó la mano. Pero el profesor, enfadado, le dijo — ¿qué no he sido claro? El equipo de fútbol es solo para chicos.
Así es la cosa, con la ridícula excusa de la ‘economía del lenguaje’, Lucía está obligada a tener que hacer siempre y continuamente un esfuerzo extra para, según el contexto, adivinar si se habla de ella o no. Si se la incluye o no.
De momento, Lucía, por dos veces ha sido reñida y avergonzada delante de sus compañeras y compañeros. Y sigue sin poder jugar al fútbol.