Las manos

 Galicia Hoxe, 11 de mayo de 2011. Gustavo Duch

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el término rural como ‘Inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas’. En contraposición, se refiere al término urbano como ‘Cortés, atento y de buen modo’.

El cacique se levantó. Estaba rodeado de todas las personas del clan. El clan de los Urbanos. Estaban atrapados, en la encrucijada, no más podían demorar la decisión. -Tomemos un nuevo camino, ¿cuál? ¿Por dónde? ¿Hacia dónde? ¿Para llegar a? ¿Con quiénes? – preguntó.

Las familias ya no cultivaban la tierra. Habían delegado la producción de alimentos a empresarios que con modernos métodos de cultivos –explotaciones, les llamaban- habían estrangulado todos los recursos naturales. A los pocos años, poco quedaba para comer, y menos quedaba que fuera comestible. Tanto gastaron y tanto despilfarraron que montañas de residuos, emitiendo gases pestilentes, les impedía respirar con regularidad. El oxigeno que llegaba a sus venas, y el agua que bebían en sus vasos, estaban infectados, y así, sus cuerpos enfermaban.

Habían perdido todo el control. El cacique y su asamblea de ancianos, ya no regulaban, no tenían poder. Habían entregado a las manos de una gran mano invisible su libertad. Todo tenía dueño, amo o gestor. También los saberes eran mercancía para esas manos invisibles, frías, atentas, cortesanas y aplastadoras. Y a todo eso le llamaron crisis.

El decidor, el hablador, el que cuenta, el que sabe de otros clanes, se puso de cuclillas y tomó la palabra. -Allí, más cerca de lo que parece, conocí de otro clan. Son los Rurales. Desde hace años entendieron más que nosotras y nosotros. A nuestro lado son precursores, innovadores…casi que son futurólogos. Porque supieron que vendría y actuaron:

Cada familia entregó su blasón, los cosieron y hecho uno y multicolor proclamaron en rebeldía, su soberanía. Pactaron reducir, reciclar, reutilizar y ese ejercicio que les hacía más grandes, le llamaron, decrecer. Pensaron, repensaron y reaprendieron el arte de cuidar la tierra para producir alimentos. Le llamaron agroecología. Recuperaron a sus espíritus que les recordaron cuál era su mejor tesoro: sus manos. Tal vez toscas, pero manos palpables, que abrazan, que rodean, y –concluyó el hablador poniéndose en pie- calientes como el Sol.

Más información sobre la campaña de la REDR por la dignificación del término rural en el Diccionario de la RAE

6 comentarios en “Las manos

  1. Pingback: Las manos | PALABRE-ANDO. Porque contar es otra forma de caminar « Maribel

  2. Gracias por el artículo Gustavo. Leyendo recordé cuando en Uruguay estaba trabajando con los ‘peludos’ como llamamos cariñosamente a los trabajadores de la caña de ázucar. Por aquellos años, mediados de los 60, en ese país sin campesinado, Raúl ´Bebe’ Sendic, comenzó su lucha por los trabajadores rurales. Fue así que se frmó UTAA, y el «Grito por la Tierra» : UTAA, UTAA, por la Tierra y con Sendic: «Tiera pal que trabaja». Leyendo recordé como muchos de los que allá llegamos queriamos enseñar a los peludos, trabajar la tierra, cosechar la caña.
    Lo lamentable es que hoy, hasta los más ‘revolucionarios izquierdistas’ siguen pensando de la misma forma que expone el diccionario. Es hoy en América Latina, donde el movimiento campesino e idígena crece, luchando por más de 5000 años de esclavitud, europea y criolla. Con gusto he colgado en mi blog tu artículo
    Hasta Siempre!

  3. Crudas noches Gustavo… hace cinco minutos que ha acabado en documentos TV el reportaje «Planeta en venta». Soy mujer, rural, lugareña. Me gustan las cosas sencillas. Creo en el poder de unos pocos para lograr grandes cambios, pero sin duda, demasiadas veces se me cae el alma a los pies…
    Antonio, amigo hortelano y viticultor ecológico, siempre me dice que vamos a ganar. Pero por muy derrotista que suene, en noches como esta, no lo creo.

    Salud

  4. rural, es la raíz, el comienzo, la conexión con la tierra y el universo, con lo finito y lo infinito, Yo vivo en el rural y disfruto de paz, armonía y conexión, soy feliz por vivir donde vivo, alejada del ruido, de lo frenético, del estres.

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