Revista CTXT, 22 de septiembre de 2020. Gustavo Duch
Para explicar el actual modelo de producción alimentaria, la mejor fórmula es compararlo con la cadena de montaje de un automóvil. Quizás por eso hablamos de agricultura industrial. Piezas hechas en diferentes factorías repartidas por el mundo se engarzan en una última fábrica que, dice, “produce coches”. Si en los coches la pieza importante es el motor, en el caso de la carne barata industrial, una de las piezas fundamentales es la soja requerida para la elaboración de los “piensos de engorde”, como así me enseñaron a nombrarlos en mis años de estudios veterinarios. Sin la proteína de esta leguminosa toda la cadena de producción y comercialización actual de carne barata no sería posible.
El caso es que solo tres fábricas en el mundo producen el 80% de los 353 millones de toneladas anuales: una fábrica llamada EE.UU., otra fábrica llamada Brasil y la fábrica llamada Argentina. La soja es como una navaja suiza, tiene diferentes usos: en forma de tofu o de leche para el consumo humano; como biocombustibles para los depósitos; y, sobre todo, un 76,7% del total para la alimentación animal. De estos piensos, una tercera parte (unos 90 millones de toneladas) se destina a la industria porcina.
La mitad de la producción sojera está lista para viajar donde haya un animal estabulado que cebar. China es el mayor importador pues este país es la mayor potencia porcina
La mitad de esta producción sojera está lista para viajar allá donde tengamos un animal estabulado que cebar. China es el mayor importador, lógico, pues este país es la mayor potencia porcina. El segundo es Europa, donde España tiene un papel destacado con dos puertas de entrada abiertas de par en par, el puerto de Tarragona y el de Barcelona, como se contaba en el artículo «Los trenes de la soja». Entre ambas terminales circulan anualmente más de 3,5 millones de toneladas de soja que, curiosidad, necesitarían entre 14 y 15 trenes diarios para su distribución.
En la investigación La Relevancia de Catalunya y el Puerto de Barcelona, que próximamente publicaremos la organización Grain y la Revista Soberanía Alimentaria, explicamos que la soja que entra por los puertos catalanes llega en dos formatos, como habas sin procesar –mayoritariamente procedente del Brasil– y procesada en forma de harina -en su mayoría viene de Argentina–. Es decir, que bien podemos hablar de una estrecha conexión catalana con la “República tóxica de la soja”, como se conoce al conjunto del territorio que ocupa el cultivo de esta leguminosa en el Cono Sur del continente americano.
Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia han visto cómo la expansión de la soja ha modificado su paisaje llegando a dedicar el 60% de su tierra cultivable
No trobo paraules prou expressives.per definir la magnitud del desastre. No obstant, no ens hem de deixar vèncer pel pessimisme, hi ha d’haver una resposta prou poderosa de la comunitat.
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